lunes, 5 de abril de 2010

CX Sin más.


Se encalló la rueda donde el hámster se pasaba horas y horas rodando, mi abuela que vive sola, no se fijó. Cada día, día tras día, como siempre, le seguía dando de comer, de repente la jaula se rompió, mi abuela escuchó un fuerte estruendo. Atravesó el salón, cruzó el pasillo y al llegar a la cocina, el hámster, de un solo bocado, se la comió.