jueves, 1 de abril de 2010

CIX En un remoto lugar...


Todas las estrellas se encendieron en su honor, la chica lo valía, era puro rock and roll, mientras en la calle ardían piedras al fuego, ella atravesaba el humo con sus medias de cuero. A lo lejos se oían disparos montados a caballo. El viento desordenado seguía levantando el polvo del desierto abriendo las puertas del saloon donde el sheriff aguantando la barra, pingaba el brazo bebiendo el penúltimo trago de aquel licor. El Sol era sofocante, las reses se protegían a la sombra del rancho. Mientras en lo alto de una colina se podía ver como los buitres volaban en círculos. Otros, esperanzados, seguían buscando oro en los fondos de aquel río bravo. A lo lejos se retaban en duelo dos cow-boys arrojando su sombrero tejano. Ella paseaba su encanto cual protagonista del western. Los polvorientos charros sentados en las escaleras del camino no dejaban de piropearla a su paso, a gritos, con su característico acento mexicano. De repente el paso de una diligencia perseguida por apaches interrumpió el siroco. La pluma de uno de los indios cayó al piso, inesperadamente apareció un apuesto y misterioso jinete que lentamente se agacho y la tomó y muy guapo y sudoroso él se la ofreció a la chica, ella desconfió y le empujó ayudada por sus negras botas. Los charros se desmayaron. Ella, segura, continuó erguida con su marcha elegante. Hasta los bandidos callaban su revólver a su paso. Los caballos relinchaban sin parar. Su azabache pelo suelto dibujaba el ritmo de las ráfagas de su caminar. De repente se acercó a las vías y dando un salto espectacular se enganchó al último vagón de aquella locomotora de vapor dejando escrita para siempre la épica de aquel perdido lugar en medio de la nada.