viernes, 19 de diciembre de 2014

CLXXXIX El cuentacuentos.

Les presento a un contador, un contador de cuentos; con un cuento... contaba siempre cuentos contentos, que nadie creía, pero eran cuentos tan bien contados, tan buenos, que los contados alucinaban con él y su aturdimiento.
Les cautivaba su manera de contarlos, su manera de extenderlos. Cada cuento, a cual mas corriente pero tan poco cuerdo, seducía a los contados que lejos de estar cansados, le obsequiaban con aplausos cortos pero intensos.
Enviaron correos anunciando al cuentacuentos, por cada condado, por cada metro cuadrado, por todo pueblo y él se presentaba a lomos de su caballo, cargado de cabello, pues no era cabezón pero tenia mucho pelo.
No sólo eran sus cuentos, sino el cómo los contaba, pues estad atentos, comenzaba a contarlos y 10 segundos más tarde el cuento se daba por contado y la historia era un misterio.
Era un adelantado a su tiempo, contaba más rápido el cuento, de lo que cabalgaba su caballo calvero. 
Tenia algunos enemigos pero jamás se metió en aprietos, pues le daba tiempo a contar su cuento, cobrar y acabar huyendo.
Su nombre, Puerta Cuerno; pueden contratarlo por un módico precio, pero estad atentos, pues sus cuentos son muy buenos, pero si te distraes el cuento estará contado, tú te quedarás pensando y él ya estará lejos.

domingo, 23 de noviembre de 2014

CLXXXVIII !Vive ya!



Con 30 años que tienes no me gustaría que perdieras más el tiempo como lo perdiste durante 8 años de tu vida, no quiero que te arrepientas cuando tengas 85 de todo lo que podrías haber hecho y no hiciste; estás a tiempo de todo y quiero que lo aproveches, solo vivirás una vida y quiero que la disfrutes.
Primero; cambia aquellas cosas de tu vida que no te aporten felicidad. Si es necesario deja a esa novia posesiva, abandona tu vida sedentaria, cambia de trabajo o manda a la mierda aquel amigo envidioso de la infancia que siempre te ha cuestionado todo lo que dices y haces. Y aquellas cosas que no puedas cambiar, intenta arreglarlas; si te llevas mal con tus padres, por ejemplo, haz porque la relación mejore.
No puede ser que tu vida se convierta en un lunes maldito fichando a las 8 de la mañana hasta las 7 de la tarde cada puto día, día tras día trabajando en algo que no te gusta, que no te aporta y sí, ganando dinero ¿pero para qué? Para comprarte ese coche que te lleva al trabajo y una casa en la que lo único que haces en ella es colgar esa puta americana arrugada de aguantar al cabrón de tu jefe al llegar, y quedarte dormido en el sofá cada noche hasta las 3 de la mañana con la tele puesta porque a las 12 no tuviste fuerzas de levantarte e irte a dormir de lo cansado que estabas... Ese mismo esclavo trabajo, gracias al cual has podido ahorrar y ahora que tienes 50 habéis pedido una segunda hipoteca para poder comprar otra casa, más grande, más lujosa, más alegre o eso os pensabais que iba a ser y ahora te dices, en el contrato no decía que la felicidad viniera estampada en las paredes...
Por eso, si te apetece, nada con tiburones, sal a correr por las mañanas, haz un viaje largo en moto, báñate en el mar en otoño, vete de Barcelona a Soria en bici, salta en paracaídas, sube montañas, camina hasta reventar, viaja con mochila… y si te dicen qué porque lo haces, si te dicen que si estás loco, que no lo vas a conseguir, no hagas caso pues irás por buen camino porque eso es lo que a ti te hace feliz, porque eso es lo que a ti te hace sentir vivo.
No malgastes tu vida diciéndote, ya disfrutare cuando me jubile, porque eso mismo decía aquel que murió de cáncer a los 55, al que todo el mundo recuerda únicamente como aquel gran trabajador pero que no disfrutó una mierda.
Por eso, esto va dirigido a ti, a ti que lo estás leyendo; estas a tiempo de todo HOY; mañana igual ya será demasiado tarde.    

martes, 30 de septiembre de 2014

CLXXXVII Mucho mucho dinero.


Entre pesadillas duermen los sueños que un día soñaste sereno, 
tuviste la suerte de conseguir tu deseo y ahí empezó tu descenso, 
te tocó mucho mucho dinero
mareo, 
tanto, que cuando ya todo compraste, 
de ya todo fuiste dueño, 
aún te quedaba mucho mucho euro. 
Tapaste muchos huecos, 
te olvidaste de uno, 
tu propio agujero, 
por el cual caíste de la felicidad al más absoluto silencio, 
caíste enfermo al fuego, 
ya no encontraste sentido al despilfarro desenfreno, 

moriste antes dejando el banco lleno, 

pues como dice el proverbio, 
si te lo dan todo sin mayor esfuerzo, 
es como vivir malviviendo en tiranía,

disfrutando cero.

CLXXXVI La esencia.

Te dejo observarme, mirarme, espiarme, analizarme, clasificarme, medirme, tocarme… pero aun así cuando me copies por completo, jamás podrás ser yo, porque hay algo en mí que no se deja observar, ni mirar, ni espiar, ni analizar, ni clasificar, ni medir, ni tocar y esa es mi esencia natural.
Y muchos fueron los que intentaron chupar de esa esencia. Y muchos fueron los que al creerse idénticos, quedaron ridículos, vacíos, sin alma ni dientes. Pues si quieres ser alguien, no cambies; evoluciona. No dejes que te cambien, ni sociedades de moda, ni pajarracos sin cola, imprégnate de todo aquello que para ti sea interesante, hazlo tuyo, incorpóratelo, moldea tu propio yo; hazlo, sin olvidar tu esencia, quien eres, de donde provienes, base básica de tu personalidad, no te creas jamás inferior al resto, pues esencia tenemos todos, única e irrepetible. Por eso; cuídala, porque tu esencia está marcada por tus orígenes, por eso, respétalos; no te olvides jamás de dónde vienes, vívelo; venera tu historia y a los tuyos, no traiciones nunca a tu pasado, ni lo menosprecies, ni intentes ser más ridiculizándolo porque el que traiciona a sus orígenes se olvida a sí mismo, pierde su esencia, elimina su yo y se convierte en un ser “amarionetizado” y vacío.

martes, 23 de septiembre de 2014

lunes, 2 de junio de 2014

CLXXXIV Gracias.

Me compraste muy frágil, me abriste defectuoso, apagado, sin batería y pese a la infinidad de fallos de fábrica no me devolviste, nada reclamaste, conmigo te quedaste. Me limpiaste, me arreglaste, me cuidaste, me cargaste de energía, me hiciste fuerte, me enseñaste a confiar sin miedos, a querer en libertad, a compartir sin nada esperar cediéndome tu motor, todas tus baterías, todo tu corazón. Tus manos fueron las mías, tu poder mi admiración, tu simpatía y alegría, mi elección. Mis carencias se suplieron con tus virtudes y fue en ese preciso momento cuando se produjo la fusión, los dos fuimos uno y de ahí nuestro primer vástago varón. Y este no nació ni muy frágil, ni defectuoso, ni sin batería; este niño eres toda tú con mi carcasa. Este niño es un guapísimo torito ganador.

CLXXXIII Un día cualquiera.

Aquel día se levantó con el pie izquierdo, era martes trece de un día lluvioso de abril. Amenazaba tormenta, antes de salir abrió ese viejo paraguas en casa para comprobar que no estaba roto con tal mala suerte que al abrirlo hizo pedazos el espejo del baño. Recogió todo del suelo y se hizo el desayuno, derramó la sal de las tostadas y se vistió de amarillo. Salió a la calle, pasó por debajo de la escalera de un electricista, se le calló un piano a escasos metros y se le cruzó un gato negro. Entró a una casa de apuestas y compró un cupón de los ciegos. Esa misma noche le tocó el premio.

CLXXXII Amor carcomido.

La semana pasada estábamos trabajando el tema de Sociales de “Nuestro pasado reciente” con lo que yo les dije a mis alumnos que preguntaran a sus abuelos o bisabuelos sobre cómo era la vida antes y que si podían, trajeran alguna foto antigua, así la comentaríamos entre todos en clase.
A todo esto, Brisa, una niña de 8 años, nos trajo unas cuantas fotos, las fuimos comentando hasta llegar a una, con el papel bastante carcomido por el tiempo, en la cual salían fotografiados sus bisabuelos uno al lado del otro, tranquilos y felices. Al mirar y remirar aquella imagen algo en el reverso de la foto me llamó la atención... algo allí se escribía y conseguí a duras penas leerlo:
“Recuerdo cuando éramos jóvenes. ¡Qué tiempos aquellos! ¿Los recuerdas?, salíamos, entrábamos, reíamos, nos divertíamos… en una sola palabra; vivíamos aunque no comíamos, el motivo no era nuestro amor, sino que no teníamos. Ahora ya todo acabó. No salimos, no entramos, no reímos, no bailamos, en resumen; no vivimos. Ahora bien, comemos y reñimos.”

jueves, 29 de mayo de 2014

CLXXXI La aldea.


La maleza desdibujaba el camino de entrada a la aldea, las amapolas con sus vientos se avisaban del quejido de mis botas sobre el suelo. Los pedazos medievales de bandera del castillo me indicaban la dirección de caída de sudor del sufrimiento. Las mesas y sillas carcomidas por el tiempo, sugerían restos de alegría en algún momento. La obediencia de sus calles, todas rectas, mostraban el orden del que un día gozó el pueblo.
Mi caminar proseguía ahora por un terreno escarpado, la pendiente descendiente era pronunciada, bajaba un río pero no sus aguas, las aguas, pese al desnivel, permanecían quietas e inmóviles. Me quedé asombrado. Es como si el tiempo se hubiera detenido. De repente un sonido ensordecedor golpeó mi tímpano, todo el pueblo con su paisaje, entonces, poco a poco empezó a volcar. Nada se movía, nada de despeñaba, tampoco las piedras, ni el agua, ni el ladrido mudo del perro, solo yo, que caí hacia el infinito de los cielos.

martes, 21 de enero de 2014

CLXXX Tu bar, mi bar.


Abrí este bar con estilo y lo logré, conseguí que fuera glamuroso, pero el bar eres tú, mi querido amigo. 
Antes de que tú llegaras los clientes, mis clientes, me pedían bajito y con mucha educación, las conversaciones intelectuales se mezclaban con silencios aún más sabios, en los baños se tiraba de la cadena y la gente se lavaba las manos al acabar, permanecían impecables durante toda la jornada. Jamás de oía un grito ni una palabra malsonante…
Hoy, el paragüero que tantos paraguas de diseño almacenó se ha convertido en papelera de servilletas de papel, el suelo es un palillero de salivas y serrín. Los gritos y borracheras inundan el ambiente. El fútbol es la ley. Pero lo peor de todo es que no puedo echarte pues  desde que tú llegaste todos mis clientes se han ido convirtiendo y son todos como tú, desgraciado, curruqui asqueroso.

CLXXIX Asalto.


Decidí asaltar tu boca, sin cuerdas y a lo loco, pero apenas pude acercarme pues se cerró herméticamente al sentirse amenazada. Estuve días merodeando la zona pensando en la manera de esconderme, de colarme, de cómo colocarme… Me armé de valor pero cuando ya estuve a punto de coronar la cumbre de tus dientes, tu voz, cual avalancha, me empujó al vacío. Exhausto y dolorido me arrodillé en tu labio y te miré, después de meses intentándolo me había rendido, lentamente me levanté y me di la vuelta y cuando ya estuve a punto de marcharme definitivamente, tu lengua me tendió un puente sobre la cordillera de tus dientes, caminé por ella y por fin me bañé sin ropa en tu pantano de saliva.