martes, 26 de febrero de 2008

XIV "Mundo de oportunidades".


El calendario pasaba cadencioso, mascaba chicle nervioso, lengua de gato arpada y seca, labios cortados. Esperaba respuestas, más bien una respuesta, una contestación, un sí a un trabajo explotador, pero un trabajo. Necesitaba dinero, no para él, sino para su familia. El no era un ser humano, era un sin papeles que acababa de llegar a España escondido entre los ejes de las ruedas de un gran camión de mercaderías. Había decidido sacrificarse por su familia, él ya sabía que ni mucho menos sería fácil. Muerto de frío y solo, dormía en los cajeros que quedaban libres de indigentes en Madrid. Se peinaba en las fuentes llenas de excrementos de palomas. Caminaba entre la gente sin saber donde ir. Le habían citado el jueves en los bajos de una casa clandestina. Allí es donde le comunicarían si tendrían algún trabajo para él. Las fresas y él comenzarían a tener una gran relación, pues se acababa de convertir en fresero. Él, muy contento esperaba anhelante poder empezar y conseguir dinero para enviarlo rápidamente a su familia.
Al día siguiente se levantaba de aquellos cartones a las 5 de la mañana. Una furgoneta pasaría a recogerlo a las 5: 30 de la mañana para llevarlo a los invernaderos. Su jornada era de 12 horas, le pagaban 30 euros al día.
Aquel ser vivo, no pudo más. Transcurrido mes y medio regresaba junto a los suyos, al país, a la ciudad que le vio nacer, la suya, la de siempre, la ciudad que le enseñó a ganar y le ayudó a perder.