martes, 12 de febrero de 2008

VIII Días negros.


Me gustan los días negros, los días amenazadores de tormenta, me gusta sentirme seguro sintiéndome pequeño ante el sonido estremecedor de un trueno o el chasquido de luz de un relámpago. Me gusta el olor de la lluvia al caer sobre hoja seca, su sonido continuado. Me gusta sentir ese escalofrío paralizador ante esa gélida ráfaga de viento. No me gustan los paraguas. Me encanta pisar los charcos sin botas de agua, tumbarme, sentir gota a gota caer sobre mi cara. Me gusta ese equilibrio entre sonidos y silencios. Me gustan las calles vacías, la gente en los soportales, los parabrisas de los coches a toda máquina, los pitidos nerviosos, las luces de sus faros, el sonido de las ruedas contra el asfalto mojado. Me gustan los semáforos rotos. Me gusta ir tranquilo, sin prisas, me gusta disfrutar de cada cosa que acontece por pequeña que sea, me gusta ver a los pajaritos volar hacia sus refugios, me gusta cerrar los ojos...