domingo, 15 de noviembre de 2009

LXXXIII Leeds, una ciudad curiosa.









Leeds, así se llama la ciudad que visitamos un grupo de siete conocidos, que no amigos y yo. Es una ciudad inglesa que se encuentra muy cerquita de Liverpool y Manchester. Esta será la única descripción coherente que podré hacer de la ciudad en cuestión.
Resulta que los coches tienen cuatro ruedas, hasta aquí bien, pero tienen el volante girao, lo tienen en el asiento del copiloto, que manera de llamar la atención. Una vez vimos a un bebé dentro del coche y pensamos que ya tenía carnet de conducir. Los carriles de las carreteras, caminos, sendas también los hacen tuertos, en vez de ir a derechas van a izquierdas. Las escaleras mecánicas que en España suben, como es normal, allí bajan. Está todo del revés. Aunque son europeos, cuando vas a pagar resulta que no aceptan euros, ellos tienen su propia moneda, la libra esterlina. Menudos pijos. Cuando vas a cruzar la calle no sabes por donde hacerlo, tampoco dibujan los pasos de cebra y encima al cruzar no sabes ni por donde te van a venir, ni los coches, ni las personas. Es un descontrol. La ciudad está llena de casinos y casas de apuestas, puedes jugar a la ruleta, al póquer, a las tragaperras, incluso puedes apostar por tu tísico perro favorito ganador en las carreras de galgos. Las carreras de caballos están amañadas ya que los caballos son virtuales, no reales, se les nota al saltar. Los semáforos están hechos para ciegos, no para sordos; ninguno tiene pajarito pero son enormes. Leeds no tiene mar pero la lluvia fina en spray, el chiribiri, es continuo y hace bastante frío. Allí la gente, chicos y chicas son ingleses y hablan raro; hablan en inglés. Los ingleses son feos, las inglesas son guapas y con pieles blancas, finas y delicadas, viven maquilladas, visten de boda incluso para ir a comprar el pan o echarse la siesta después de comer. Son raros, comen a destiempo, pronto y mal pero no hay muchos gordos, ya he dicho que se cuidan bastante. Desayunan fuerte a las 8 de la mañana, comen a las 12, toman su te a las 5, cenan a las 7 de la tarde; a las 8:30 ya se están lavando los dientes con el pijama puesto para irse a dormir. Son pelín rancios. Los días se hacen largos, las noches eternas. Anochece a las 4:30 de la tarde. Aunque hace bastante frío las chicas y chicos visten escotados de ombligo para arriba, las chicas llevan medias largas y cinturones anchos también llamados faldas muy muy cortas. Los chicos acostumbran a llevar camisas a cuadros, tipo leñador. En los supermercados no hay cajeras, cada cual se pasa el código de barras como puede. Las peluquerías como las casas de apuestas siempre están llenas, si quieres que te laven el pelo no echas la cabeza hacia atrás, la echas hacia delante. Las picas las tienen delante y el agua con jabón te cae en los ojos. Da igual, son extraños. Los restaurantes chinos no son chinos, son peores. Aparte de gente muy blanca hay gente muy negra, como el chocolate con agua insípido que te sirven en las calles. Esa gente también habla inglés. Los negros también son feos, las negras digamos que son voluminosas. La comida típica de allí es el "Fish and chips" pescado con patatas. Allí no tienen badulaques ni kebabs. Las discotecas tienen la música muy alta, te llega a temblar la nariz, cierran a las 3 y subirte en limosina es gratis. Las personas mayores lucen pelo cardado blanco, allí no se tiñen ni se operan los labios. Son educados pero a la vez quisquillosos, todo les molesta. Son serviciales, patriotas y militares. Tienen un museo de armas y disparos. Algunos pescan en el río, otros llevan flores pegadas al pecho. Hay lugareños con estilo hijas de Zapatero, estilo gótico y negro. También vimos al cuervo. No hay perros, pero sí ovejas, tienen todo muy húmedo, verde y recogido. Tampoco hay motos ni bicicletas, pero tienen un carril exclusivo para ellas, como también lo tienen los autobuses de dos pisos que deambulan por la ciudad medio vacios. Las paradas de bus también están del revés, en vez de tener el vidrio detrás lo tienen pegado a la carretera. Los coches tienen matrícula amarilla lo cual normalmente no combina con ningún color y hace a los coches más feos.

En definitiva, los ingleses son unos inadaptados, van de especiales. Aún así me gustó Leeds y sus gentes. Recomiendo la visita. !Tened en cuenta que el vuelo de ida y vuelta solamente nos costó 20 euros!