jueves, 12 de noviembre de 2009

LXXX Quien de joven trotea, de viejo galopea.


Los peces viejos están cansados de desenredar anzuelos, de esquivar erizos y de escapar de tiburones negros. Los peces jóvenes siguen yendo detrás de las doradas, se pinchan con los corales y no se cansan de buscar la perla dentro de las almejitas. Los peces viejos piensan, luego abren branquias y respiran, se fijan, buscan plancton en las esquinas. Los peces jóvenes respiran, luego piensan, escuchan sirenas rosas de pacotilla. Los peces viejos esquivan las anclas, no salen de su guarida. Los peces jóvenes, echan el ancla, caen en las redes de morenas y anguilas. Los peces viejos ponen huevos, los peces jóvenes son unos huevones, se creen los tritones del mar. Los peces jóvenes serían capaces de nadar contracorriente durante horas, los peces viejos se dejan llevar ya por las corrientes.
Y mi abuela dijo:
- Cuando seas padre comerás huevos, ahora que eres hijo te chupas los dedos.
Antes de ser viejos tendríamos que haber sido jóvenes. Quedar con Dios.