viernes, 13 de noviembre de 2009

LXXXII El Tragaluz.

- Yo era un infeliz, un amargado, me dijeron que buscara la luz al final del túnel, no tan solo la encontré sino que me la tragué. En un primer momento fui muy feliz, tanto, tanto, que no me lo podía creer, pero ahora míreme, vuelvo a estar como al principio. ¿Qué me recomienda, doctor?
- Haber… abra la boca por favor.
De repente una enorme bocanada de luz cegó la vista del doctor.
- ¡Pero qué es esto! Cierre la boca, ciérrela.
Posiblemente toda la luz que se trago de golpe no le haga más feliz. La luz se traga a poquitos, en pequeñas dosis, incluso hay días que no se debe consumir luz. Mire, le haré una receta. Tiene que tomarse este medicamento tres veces al día después de cada comida durante un mes, ya verá cómo pasado este tiempo se encuentra mucho mejor.
- Pero doctor, ¿qué tipo de medicamento es este? ¿Oscuridad?
- Sí, así es, así se llama este medicamento, Oscuridad.
- ¿Y para qué necesito yo algo así? Yo solo quiero recuperar mi felicidad.
- Le explico, usted se trago de golpe la luz, la felicidad; resulta que durante un tiempo fue muy feliz porque cambió lo bueno por todo lo malo que le había pasado en su vida. Pero al final se ha acostumbrado a ser feliz y ya no lo valora, por eso vuelve a estar triste. Usted, entonces, lo que necesita es este medicamento para saber y entender que todo también podrá ir mal, así y solo así empezará de nuevo a valorar lo bueno y podrá volver a ser feliz. La felicidad se compensa con la oscuridad, con la tristeza. Si no existiera la oscuridad y los problemas tampoco existiría la felicidad y viceversa. ¿Lo entiende ahora?
- Sí doctor, ahora lo entiendo, tres veces antes de cada comida, ¿verdad?
- Así es.
- Muchas gracias doctor.
- De nada, vaya con Dios.
Pie de foto: Esta ranita también se tragó una luz; la luz de navidad.