sábado, 4 de abril de 2009

LXIV Otro fondo para el fondo del mar.


El temporal empeoraba. Subía la marea del mundo mientras la espuma escupida por las olas, salpicaba a las rocas temerosas que poco a poco recuperaban el aliento después de aquellos choques desconsiderados del azul del agua. Los cangrejos aprendían a caminar hacia delante buscando así, más rápido su escondrijo. A las medusas les crecían aletas y cerebro y cerebelo para saber escapar de las intensas corrientes marinas. A las botellas con mensaje se las llevaba el viento. Cientos de náufragos llegaban flotando a las playas civilizadas, dejándose llevar por aquellos huracanes submarinos, salvándose por fin, de aquellas bellas cárceles rodeadas de agua. Los peces martillo morían atragantados por los corales, algas y arena removida de los fondos. Las aguas cálidas y heladas se besaban templando ánimos y temperatura. Era difícil quitarles la risa tonta a los surferos que disfrutaban incluso sin tabla. Los delfines comenzaban a hablar y resulta que no eran tan listos y simpáticos como se creía. La bandera pirata de los barcos malos funcionaba ahora de ancla. Alcatraz se hundía, resurgía el Titánic reluciente junto a sus tripulantes de oro. Jack y Rose se acababan casando, más tarde divorciando. A lo lejos la sirenita con piernas, continuaba peinándose con aquel tenedor de hojalata. Nemo había vuelto a perder a su padre. Los esquimales descubrían que hacía menos frío dentro del agua que fuera de ella. Los vientos volteaban los huevos de los nidos de cigüeñas de las iglesias ayudando así, a nacer a sus crías. Los cocodrilos y caimanes copulaban y hacían resurgir las especies prehistóricas submarinas. Las chicas, las Marinas, ya no se llamaban Marinas. Las finas rayas y mantas del mar perdían la forma y se abandonaban engordando cual ballenas. Las ballenas adelgazaban, tísicas perdidas. Los peces globo flotaban, se elevaban y volaban hacia el Sol. Los caballitos de mar se coronaban como los reyes del océano…
Todo cambiaba, menos mi habitación, desde la cual, hacía ya un rato en la que había empezado a imaginar, mentiras para otro fondo, dentro del mismo fondo del mar.