sábado, 12 de junio de 2010

CXXXVII Bailemos.


Déjame mis modos imperfectos
y las manchas en el suelo,
mis ronquidos y mis sueños,
calla y acércame ese disco de los muerdos.
Bailemos.

Déjame agarrarte los complejos,
y hurgarte en los pellejos
déjame mirarte como ciegos,
masticarte bien los pechos.

Déjame cocinar tus muslos en seco,
dorarte las rodillas en celo,
déjame clavarte blanco en los huesos
y vivirte sin esmero.

Déjame los libros de pretexto,
los cuentos para cuerdos
y las Biblias de los viejos.
Déjame leer sin luz, tus recuerdos.

Déjame mis pasos lentos
y mi puesto de los miedos,
déjame el agua bendita en los tiestos,
y a los vivos, déjalos; que ya están muertos.