lunes, 19 de octubre de 2009

LXXVII Decide o Muere.


Tenía la sonrisa despeinada
de ir en contra de los vientos
y la mirada empañada
de observar desde lo lejos.

Los pensamientos mojados
de pensarle todo el tiempo
y la intención descosida
de no hacer nada al respecto.

Las rodillas carcomidas
de agacharse en el estiércol
y la tranquilidad más absoluta
al perder cada momento.

Hay quienes se doblan sin partirse,
otros que se parten sin doblarse,
sin moverse.

Quien quiera peces que se moje el culo, que más vale un par de cuentos que un Libro Santo.