jueves, 5 de marzo de 2009

LVII Tú.


Cánticos y torrentes al alba despiertan el deseo repentino de verte y tenerte entre mis piernas. Pasé toda la noche en vela, pensándote, viéndote cada vez más bella, más delicada, subiéndote cada vez más alto, cada vez más bendita, divina y celestial, cada vez más inalcanzable. Te busco y te encuentro entre mis venas, te apoderas de mi mente, me salpicas mientras llueve, eres el Sol y las nubes, estás en cada uno de los hielos de mi cubata que poco a poco se deshacen, como me deshago yo, mi cielo. Y te afino canciones, sonriente creo que las escuchas, que te gustan y resigo cada uno de tus gestos, el movimiento de tu pelo, el caer de tus pestañas, el color de tu sonrisa. Y lleno bañeras llenas de espuma, pongo tu plato en la mesa, te ofrezco mi corazón en bandeja... Y cuando el sueño aprieta, un dulce cantar de sirenas me acompaña a la cuna y me dejo llevar y morir plácidamente crucificado en tu pelo. Entonces rápidamente lo entiendo:

Debí besarte más urgentemente.