miércoles, 23 de septiembre de 2009

LXXIII La casa.


A millones de kilómetros de la vida, como en otra dimensión, se esconde en medio de un bosque sombrío una casa muerta en vida, una casa enorme de paredes negras, con infinidad de ventanas desde las cuales levemente se aprecia el resplandor de los fuegos de la cocina mientras Fracaso, el cocinero, prepara con mucho gusto la comida para todos sus comensales. Dentro de este caserón la luz brilla por su ausencia, en ocasiones a través de las ventanas se aprecian rostros oscuros que divagan en su interior.

Yo, como mucha gente, ha estado en ella, he conseguido salir y ahora os pasaré a relatar lo que allí dentro viví.

Muerte, así es como se llama la madre superiora y tutora de la casa, dura y exigente supervisa todo lo que en la casa acontece, viste de negro y lleva capuchón. Tiene contratada a una ama de casa, Monotonía es su nombre, es una persona cabizbaja y tranquila, constante y trabajadora, nunca duerme, viste siempre con la misma bata en tonos pastel. Monotonía tiene una hermana mayor, ella es Locura, normalmente no esta en la casa, es una persona muy inestable, cuando tiene el día malo da mucho miedo y es capaz de dominar y atemorizar a todos los habitantes de esa casa menos a Muerte. Muchas veces pasa de dulce niña a abominable monstruo en apenas segundos. Locura no tiene amigos, solo juega de vez en cuando en el patio de atrás de la casa con Discordia, su prima. Rendición es amiga de Discordia. Rendición es una niña del todo depresiva, al principio no vivía en la casa, más tarde se alojó para por siempre quedarse. Soledad es el nombre de la mujer que más sufre dentro de esa casa, sufre en silencio, todo el mundo la mira pero no la ve; vive encadenada, las oxidadas cadenas forman ya parte de su cuerpo, no sale nunca de casa, nunca habla, de mirada perdida y corazón negro vive arrinconada atada a la pata de su cama. De vez en cuando, Monotonía se acerca a Soledad y en silencio y sin mirarse, muy suavemente la acaricia. En ocasiones, cuando todos duermen, de repente se escucha como Locura grita e increpa sin motivo alguno a Monotonía. Monotonía no responde y se aleja, cuando eso pasa, Tormento, el hermanastro de Locura, que duerme en la misma habitación, intenta calmarla, pero le resulta siempre imposible.
Miedo, es el hombre chepudo, viejo y arrugado que me enseñó la casa, muy amable me mostro las habitaciones, salones, vistas… , me dijo que con suerte me quedaría allí hasta el fin de mis días, así que vete acostumbrando – me dijo entre risas. Más tarde me enteré que era cura, que él fue la persona que celebró la comunión de Locura y Discordia. Pasó el tiempo y descubrí que era un vendido, un ladrón de poca monta.
La casa tiene un garaje donde, apenas sin ventilación, viviendo en condiciones infrahumanas, conviven, malviven Perdón y su prima la Aceptación, muy de vez en cuando les vivita Conformismo, no salen nunca del garaje. Hablan, debaten mucho entre los tres pero jamás llegan a ninguna conclusión y siempre acaba por reinar la tristeza, los lloros y el silencio.

La casa es de muy difícil acceso, recibe pocas visitas, aún así, cada cierto tiempo llama a la puerta Venganza, el cartero. Trae paquetes grandes y pesados, los paquetes siempre se abren, siempre los abren, siempre los abres. Otro ser que también vive en la casa, pero difícilmente lo encontrarás en ella, sobretodo de noche, es a Engaño. Engaño es el hermano rebelde de Monotonía, tiene 16 años, fuma porros y le encanta salir con Venganza de fiesta; es un inadaptado.
De vez en cuando la casa recibe inesperadas visitas de alguien temible, su nombre; Odio. Cuando Odio aporrea la puerta, todos menos la Muerte se esconden. Odio, el tío de la familia junto a sus sobrinas la Envidia y la Rabia viven en una isla lejos de la casa. Aporrean la puerta, rompen la puerta, entran y destrozan todo lo que a su paso encuentran, más tarde, sin decir nada, se marchan. Es algo terrorífico. De vez en cuando se llevan unos días a Discordia para enseñarle hábitos y modales…

Seguro que mucha gente se ha hospedado alguna vez, sin quererlo, dentro de este horrible caserón, en él una aparente normalidad, una falsa tranquilidad y una tristeza contagiosa te invita a quedarte. Lo importante es no acomodarse y no tirar la toalla, debéis buscar cuanto antes la puerta de salida, una salvación, la salvación, vuestra salvación.