lunes, 10 de marzo de 2008

XVIII La inmensidad.



En el vivir de cada día dejamos marcas, algunas son de buenos recuerdos; cuando nos ven se alegran y nos participan de su contento, pero también dejamos a veces malos recuerdos. Somos tan imperfectos que por ello nos creemos intachables, no nos equivocamos; comparados con el universo no tenemos ni el tamaño de una hormiga, mas vivimos nuestra vida como si nunca hubiese de tener fin. Pensar que cada día que pasa nos acerca al fin para algunos, a un empezar para otros, según sea su creencia…

Mostraban hace unos días, en un documental, unas hormigas que viajaban en busca de sustento, sorteaban obstáculos a su paso, de pronto, el narrador observa que hay una acequia que les bloquea el continuar, se detienen, empieza un movimiento de un lado a otro, luego las hormigas se toman unas a otras y las que están ya tomadas se dejan caer al agua, y así sucesivamente se dejan caer todas ellas formando una gran balsa con sus cuerpos y se dejan llevar hasta que atraviesan a la otra orilla.No tienen raciocinio, no saben cuantos serán los días de su existencia, pero si saben que lo importante es la subsistencia de su comunidad, y hacen más de lo que nosotros imaginamos, por los suyos.¿Somos tan extraordinarios como nos creemos? Si al menos salváramos al que esta a nuestro lado inmediato, si al menos una pequeña ayuda hiciéramos, ya seria algún socorro para alguien, una pequeña labor por insignificante que nos parezca, para el que recibe es una gran ayuda.Muchas veces la inmensidad de la vida nos hace diminutos, nos convierte en polvo, en insignificancia.

Muchas veces deberíamos darnos la vuelta a la retinas para apreciar la cruel realidad a la que caminamos, corremos...
Todos nacimos insignificantes y moriremos como tal, por eso nuestra labor en la vida es vivirla con creces, dejarnos de conflictos y tristezas, reírnos de nosotros mismos, caernos pero rápidamente levantarnos...
Al fin y al cabo nuestro abismo particular ya está preparado y dispuesto para cuando sea necesario.

Hoy más que nunca, quedar con Dios.