domingo, 12 de abril de 2020

CXCVIII La pregunta.



No se lo había preguntado todavía y hoy era el día marcado. Había estado posponiéndolo durante meses pero ya no cabían más excusas. Hoy sería el día en el que se lo cuestionaría.
Salí de casa corriendo, sabiendo que hoy, por una vez, no tenía ninguna prisa. En cada paso sentía cómo me temblaban las manos, notaba cómo si cada palpitación sacudiera mi camiseta. Estaba cardiaco y no sabía cómo librarme. Había estado huyendo muchísimo tiempo de este momento.
Llegué a mi destino, me senté en el interior de aquel bar solitario y esperé. Tras 20 minutos y viendo que mi quietud no llegaba, igualmente me lo pregunté:
- ¿ Soy feliz?