sábado, 7 de mayo de 2011

CLXV Va y viene, viene y va...


Me he dado cuenta de algo importante, todo, absolutamente todo, viene y va.
Van y vienen las modas, los yoyós, los tutús, las norias, las correas de perro y las de hurón. Viene y va la hierba en los rumiantes, la lluvia y las nieves, las nubes y soles, las lunas llenas y los hombres lobo y los que se depilan, va y viene el bello en las axilas, en las piernas y en la barriga, viene y va el feo que se mima porque la otra le mira, va y viene la sonrisa que ni come, ni deja comer, pero hipnotiza. Se van los metrosexuales, vienen los metros y trenes y las plagas de mosquitos y camiones de granadas, de naranjas y de plátanos y de torrijas en semana santa. Vienen y van los aplausos y abucheos, los amores y solteros, vienen y van los ronquidos y los sueños, el sonido en los morteros, y los moteros con sus motores, los motores del silencio. Vienen y van los ascensores, las grúas, los cohetes y los senos. Van y vienen los acordes, los acuerdos, algunos vienen cuerdos, otros llegan locos y se van esquizofrénicos. Vienen y van los meacolonia, los pan sin sal, los heidis y los Pedros de Penélope y las películas de los muerdos. Vienen y van los péndulos, los botafumeiros, los columpios y los rubios pasan a ser morenos. Van y vienen las cigüeñas y sus mochuelos, los pecados y consuelos, las confesiones y los miedos. Van y vienen las persianas, las ventanas, las olas, los holas y las mareas, las anclas y submarinos, van y vienen los torpedos. Van y vienen las gomas de tirachinas y tirabuzones, de arcos y ballestas y las gomas de caras sin careta del momento.
Todo, absolutamente viene y va, va y viene; jamás se detiene.