jueves, 11 de noviembre de 2010

CLV El besador.


Cuanto más lento besaba más le duraban los amores y al final peor lo pasaba. Decidió pues optar por besar más rápido y abrir bien los ojos al besar para ver a quien besaba, se convirtió en un besador de multitudes. Él decidía cuanto, cuando y como besar, él marcaba el tiempo del beso y lo separaba del corazón. Raras veces se dejaba besar, raras veces se relajaba besando. Ofrecía besos sin color, besos mecánicos, besos cuadrados, besos con horarios, besos sin sabor, besos caducos, ofrecía besos sin amor. Solamente saliva con-(tra) saliva, besos vacíos, nada más que eso. De repente se levantó una mañana y se miró al espejo, tenía los labios arrugados, arpados y secos, no le dio importancia. Aquel día había quedado con 2 chicas para besarse; con la primera en un banco a las 6 de la tarde, con la segunda en una plaza a las 10. Llegó tarde a casa y se fue a dormir. Al día siguiente se despertó, fue a lavarse los dientes y al enjuagarse la boca se miró en el espejo. Su cara agujereada ya solo era un avispero donde salían y entraban largos y punzantes aguijones de tristeza y soledad.