lunes, 16 de diciembre de 2013

CLXXIII Lucas.


Tu corazón avisaba de tu llegada cual locomotora desbocada y ahora que ya estás aquí podría doblarte y comerte sin masticarte para llevarte, podría agujerearme el vientre para que pudieras verme y verte y ayudarte, podría acunarte en mi caminar suave y tranquilizarte, sonreírte, adorarte. Podría alimentarme solo de leche para poder amamantarte y al pensarte subirías por todo mi cuerpo hasta en mis ojos colocarte para los mejores paisajes mostrarte. Podría mirarte eternamente, incansable, dándote las gracias por existir. Podría ser tu satélite, tu órbita y tu Sol, tu detrás y tu delante, tu mundo y tu compás, tu invierno y tu calor, tu descanso y tu apogeo, tu reloj y tu cajón.
Allí, dentro de mí, alimentando mi vena, te encontrarás a tu mamá, radiante, buscándote, pues a las dos personas que más quiero, un día me las comí y ya por siempre las llevo dentro.