miércoles, 28 de mayo de 2008

XXVI El Tucán Tristán.


Había una vez un pequeño pajarito; un Tucán, al que todo el mundo llamaba Tucán Tristán. Tristán hacía tiempo que andaba triste posado en las ramas de los árboles. Era un pajarito de lo más vistoso, era tan precioso y delicado que todos los pajaritos de la zona le tenían envidia, montones de colores inundaban su cuerpo. Los jilgueros y cotorras se le acercaban e intentaban animarlo pero era imposible. Contaba que hasta que el cielo no fuera de colores, él, no volvería a volar. Comentaba que últimamente, cada vez el cielo amanecía más negro y contaminado, que las industrias y fábricas lo estaban estropeando todo y que hasta los ríos ya, habían perdido su color azulado. Estaba tan triste y enojado que no podía dejar de llorar.
Los demás pajaritos pues, idearon un plan para que Tristán se alegrara y dejara de estar triste. Decidieron entonces acercarse a la ciudad y comprar globos, muchos globos de infinidad de colores diferentes, los inflarían y los soltarían todos a la vez allí donde estuviera posado Tristán.
Tristán yacía medio dormido en su rama cuando de repente algo le rozó su cara, abrió bien fuerte los ojos y el pico y empezó a trinar y a gritar! No se lo podía creer, el cielo era de colores! ¡ Un milagro! Mientras los demás pajaritos sonrientes, le vigilaban atentamente escondidos en sus nidos.
De repente una fuerte ráfaga de viento sopló y se llevó rápidamente a aquellos preciosos globos hacia lo lejos, al cabo de unos minutos el cielo volvía a estar tan negro y contaminado como siempre. El Tucán Tristán de nuevo, volvió a cerrar su gran pico, bajó la cabeza y comenzó de nuevo a llorar.
A la mañana siguiente llovía fuertemente y Tristán desesperado comentó a sus amigos del bosque que ya no aguantaba más allí y que había decidido marchar bien lejos en busca de su cielo de colores. Una vez se había despedido de todos ellos, caminó por el árbol hasta la rama más alta, de allí saltó y empezó a volar. De repente su vuelo bajo la lluvia, dibujo un color tan intenso y bonito que todos los pajaritos de la zona empezaron a gritar y saltar, Tristán los escuchó, giró su cabeza y entonces lo vio, ¡ un gran arcoiris salía de su cola! Tristán entonces, se secó las lagrimas y voló y voló, lo más rápido que pudo por todos los rincones, poquito a poco y con una cara de felicidad asombrosa fue invadiendo todo el cielo de un gran manto de arcoiris. ¡ Tanto Tristán como los demás animalitos estaban como locos! ¡ Ya todo el cielo era de colores!,
Así, ya nunca más nadie volvió a estar triste y Tristán junto a todos sus amigos del bosque fueron por siempre felices.

domingo, 18 de mayo de 2008

viernes, 9 de mayo de 2008

XXIV Puta gravedad.


Dicen que soñar es gratis, pero para muchos es algo desesperante...


Siendo muchos los que soñamos, muy pocos son los afortunados que llegan a conseguir sus sueños...

XXIII Blanco.



La noche era blanca. Un blanco inmaculado inundaba el lugar. Con zapatillas blancas de belcro, pantalón blanco y camiseta de manga corta del mismo color llevaba una mujer tres años encerrada en aquella habitación. No pasaba un día que no pensara en su liberación. Cada día, a las mismas horas, por una rendija, en una bandeja de plástico blando blanco, salían dos platos de comida, una pieza de fruta y un vaso de agua. Ella suponía que a horas de desayuno, comida y cena. Jamás vio a nadie, alguna noche si notó que alguien entraba a la sala mientras dormía, pero jamás pudo despertarse y ver. Algo fuertemente la sedaba.
A todas horas gritaba y gritaba , se tiraba al suelo desesperada, esa fuerte luz banca la estaba matando. No entendía que hacía allí. Hacía ya, tanto tiempo que no veía a su familia… los echaba muchísimo de menos.


Aquella mujer permanecería en aquel centro psiquiátrico siguiendo un fuerte tratamiento durante el resto de sus días. Un día, su mente la traicionó y la abandonó a su suerte dejándola enferma y sola. La noche de los hechos se olvidó de quien era ella y quienes sus seres más queridos, dejando sin alma a sus tres hijos pequeños.
Su vida, a partir de aquel día, se volvió blanca, como su mente, su historia, como su muerte, por siempre blanca; blanca inmaculada.