Les presento a un contador, un contador de cuentos;
con un cuento... contaba siempre cuentos contentos, que nadie creía,
pero eran cuentos tan bien contados, tan buenos, que los contados
alucinaban con él y su aturdimiento.
Les cautivaba su
manera de contarlos, su manera de extenderlos. Cada cuento, a cual mas
corriente pero tan poco cuerdo, seducía a los contados que lejos de
estar cansados, le obsequiaban con aplausos cortos pero intensos.
Enviaron
correos anunciando al cuentacuentos, por cada condado, por cada metro
cuadrado, por todo pueblo y él se presentaba a lomos de su caballo,
cargado de cabello, pues no era cabezón pero tenia mucho pelo.
No
sólo eran sus cuentos, sino el cómo los contaba, pues estad atentos,
comenzaba a contarlos y 10 segundos más tarde el cuento se daba por
contado y la historia era un misterio.
Era un adelantado a su tiempo, contaba más rápido el
cuento, de lo que cabalgaba su caballo calvero.
Tenia algunos enemigos
pero jamás se metió en aprietos, pues le daba tiempo a contar su cuento,
cobrar y acabar huyendo.
Su nombre, Puerta Cuerno; pueden
contratarlo por un módico precio, pero estad atentos, pues sus cuentos
son muy buenos, pero si te distraes el cuento estará contado, tú te quedarás pensando y él ya
estará lejos.