Me compraste muy frágil, me abriste defectuoso, apagado, sin
batería y pese a la infinidad de fallos de fábrica no me devolviste, nada
reclamaste, conmigo te quedaste. Me limpiaste, me arreglaste, me cuidaste, me
cargaste de energía, me hiciste fuerte, me enseñaste a confiar sin miedos, a
querer en libertad, a compartir sin nada esperar cediéndome tu motor, todas tus
baterías, todo tu corazón. Tus manos fueron las mías, tu poder mi admiración,
tu simpatía y alegría, mi elección. Mis carencias se suplieron con tus virtudes
y fue en ese preciso momento cuando se produjo la fusión, los dos fuimos uno y
de ahí nuestro primer vástago varón. Y este no nació ni muy frágil, ni
defectuoso, ni sin batería; este niño eres toda tú con mi carcasa. Este niño es
un guapísimo torito ganador.