CXCV Hoy, me quedo.

Ya me puse las gafas oscuras, detrás de las lentes quepo entero, puedo esconderme; hasta que me miras; ya me has descubierto, las gafas ya no me tapan ni los ojos, me siento analizado y me marcho.

Ya me compré los chicles de fresa, antes de llegar me meto uno en la boca, el mascar y mascar me da seguridad, hace más llevaderos los silencios incómodos; hasta que me miras; ya me has descubierto, me muerdo la lengua, me siento observado y me marcho.

Ya me vestí de negro, pasaré desapercibido entre la multitud, podré mimetizarme con la noche; hasta que me miras; mis axilas se empapan y un largo arco iris brota de mi pecho, me pongo cardiaco y me marcho.

Ya me quité toda la ropa, hoy voy desnudo total, integral, literal. Entro a la fiesta. Hoy me ves, pero no me miras. Hoy, soy yo el que me quedo, esta vez, eres TÚ la que te vas.

CXCIV La corriente.

La corriente me trajo hasta aquí, juro, no hice nada, solo me dejé llevar. Cierto es que tampoco remé a la contra. Y ahora aquí estoy, en el subsuelo, con el agua al cuello y subiendo. Hay una trampilla, puedo sentirla, la toco con mi pie, me sumerjo, ya he intentado abrirla; no puedo. Y en lo alto una ventana sellada, veo tantos aeropuertos como ganas de volver. El agua sube, quema, seca...tengo mucha sed. Ya solo puedo respirar por la nariz, con la boca cerrada, inundada, mis ojos suben. Los aviones aterrizan en mi cabeza ladeada. Ya no grito, me relajo y me hundo, de repente la trampilla se abre y el agua fluye. Yo me quedo estirado, exhausto, mojado en el suelo.

A los pocos minutos muero ahogado de aire.

CXCIII La Boa y el ratón.

Me gustaría enrollárteme cuál boa constrictor y me ahogaras fuertemente. Ya estoy en trance. Me dejo picar y en cada picadura, placer. Ahora ya somos dos animales y actuamos como tal. Soy tu ratón, cómeme del tirón. Engúlleme, por favor, ya noto como bajo por tu cuerpo. ¿Estás cambiando de piel? Aquí me quedo junto a tu corazón.

Viviendo, sintiendo juntos, somos invencibles.