lunes, 2 de junio de 2014

CLXXXIV Gracias.

Me compraste muy frágil, me abriste defectuoso, apagado, sin batería y pese a la infinidad de fallos de fábrica no me devolviste, nada reclamaste, conmigo te quedaste. Me limpiaste, me arreglaste, me cuidaste, me cargaste de energía, me hiciste fuerte, me enseñaste a confiar sin miedos, a querer en libertad, a compartir sin nada esperar cediéndome tu motor, todas tus baterías, todo tu corazón. Tus manos fueron las mías, tu poder mi admiración, tu simpatía y alegría, mi elección. Mis carencias se suplieron con tus virtudes y fue en ese preciso momento cuando se produjo la fusión, los dos fuimos uno y de ahí nuestro primer vástago varón. Y este no nació ni muy frágil, ni defectuoso, ni sin batería; este niño eres toda tú con mi carcasa. Este niño es un guapísimo torito ganador.

CLXXXIII Un día cualquiera.

Aquel día se levantó con el pie izquierdo, era martes trece de un día lluvioso de abril. Amenazaba tormenta, antes de salir abrió ese viejo paraguas en casa para comprobar que no estaba roto con tal mala suerte que al abrirlo hizo pedazos el espejo del baño. Recogió todo del suelo y se hizo el desayuno, derramó la sal de las tostadas y se vistió de amarillo. Salió a la calle, pasó por debajo de la escalera de un electricista, se le calló un piano a escasos metros y se le cruzó un gato negro. Entró a una casa de apuestas y compró un cupón de los ciegos. Esa misma noche le tocó el premio.

CLXXXII Amor carcomido.

La semana pasada estábamos trabajando el tema de Sociales de “Nuestro pasado reciente” con lo que yo les dije a mis alumnos que preguntaran a sus abuelos o bisabuelos sobre cómo era la vida antes y que si podían, trajeran alguna foto antigua, así la comentaríamos entre todos en clase.
A todo esto, Brisa, una niña de 8 años, nos trajo unas cuantas fotos, las fuimos comentando hasta llegar a una, con el papel bastante carcomido por el tiempo, en la cual salían fotografiados sus bisabuelos uno al lado del otro, tranquilos y felices. Al mirar y remirar aquella imagen algo en el reverso de la foto me llamó la atención... algo allí se escribía y conseguí a duras penas leerlo:
“Recuerdo cuando éramos jóvenes. ¡Qué tiempos aquellos! ¿Los recuerdas?, salíamos, entrábamos, reíamos, nos divertíamos… en una sola palabra; vivíamos aunque no comíamos, el motivo no era nuestro amor, sino que no teníamos. Ahora ya todo acabó. No salimos, no entramos, no reímos, no bailamos, en resumen; no vivimos. Ahora bien, comemos y reñimos.”