martes, 23 de junio de 2009

LXIX Musas y arañas.


Hay flores secas en esta mañana y una resaca de pasarme de ti, me entra frío en el porvenir, no tengo abrigo y cierro la ventana. Sin ganas de hacerme el café que bebo para hacerme el mayor, me concentraba, pensaba en musas y arañas, me debilitaba golpeándome el corazón con pinchos redondos de plastilina, buscaba cobijo en casas frías sin tejado pero con chimenea, convivía junto a silencios monstruosos, mi rotación no es de nadie pero me gustaría dedicarte una mañana, con el sabor de tu caverna de carne, a caramelos me sabe tu última mirada, y no es verdad que te quiera por lo mucho que te sé, te quiero por otros lados, por otras esquinas soleadas en las sombras de la inconsciencia y la locura. Tengo la espalda para llevarte siempre a cuestas por bajadas resbaladizas hacía fondos sin fin. Hay una fuente y detrás hay una sed, y entre tus pies se va perdiendo la tarde. Por la noche nace el verbo resistir y las jaquecas, más tarde el sueño sanador dulcifica el amanecer y la nueva oportunidad de volver a acariciar sin manos, al ángel.